VIDA DE ORACIÓN

domingo, enero 27, 2008

Llamada a la reconciliación de los cristianos
Taizé, 2007

Cuando partió de Ginebra en 1940 para ir a fundar la comunidad de Taizé, al hermano Roger le movía esta intuición: para que los cristianos sean fermentos de paz en la humanidad, no se debe dejar para más tarde una reconciliación entre ellos. Años después, describía así su caminar:

«Marcado por el testimonio de vida de mi abuela, he encontrado a través de ella mi propia identidad de cristiano al reconciliar en mí la fe de mis orígenes con el Misterio de la fe católica, sin ruptura de comunión con nadie.»

Este camino que hermano Roger ha abierto es delicado, exigente, nosotros no hemos terminado de explorarlo.

En Cristo nos pertenecemos unos a otros. Cuando los cristianos están separados, el mensaje del Evangelio se hace inaudible.

¿Cómo responder a los nuevos desafíos de nuestras sociedades, especialmente el de la secularización y del entendimiento entre las culturas, sin reunir los dones que el Espíritu Santo ha depositado en todas las familias cristianas? ¿Cómo transmitir a todos la paz de Cristo si nos mantenemos separados?

No perdamos ya tantas energías en oposiciones entre cristianos, ¡a veces incluso en el seno de nuestras confesiones! Encontrémonos más a menudo en presencia de Dios, en la escucha de la Palabra y en la alabanza :

Una vez por mes o por trimestre, Invitemos a los habitantes de nuestras ciudades, de nuestros pueblos o nuestras regiones a una « vigilia de reconciliación». [1]

1 Los cristianos de Oriente han puesto siempre el acento en la resurrección de Cristo, que ya ha transfigurado el mundo. ¿No es gracias a esto que muchos de ellos han sabido atravesar décadas de sufrimiento en los siglos pasados? El Oriente ha guardado las enseñanzas de los Padres de la Iglesia con una gran fidelidad. El monacato, que ha transmitido a Occidente, ha inspirado en toda la Iglesia una vida de contemplación. ¿Podrán abrirse más los cristianos de Occidente a estos tesoros?

Para preparar esta vigilia, los jóvenes podrían ponerse en camino, ir hacia el otro, hacia la otra parroquia, el otro movimiento u otro grupo, e incluso invitar a jóvenes en búsqueda de fe.

Crecerá entonces el deseo de hacer juntos todo lo que pueda hacerse. Lo que nos une es más importante que lo que nos separa: ¡dejemos transparentar esta realidad por nuestra vida!

Un intercambio de dones entre las diferentes tradiciones cristianas ha comenzado ya. Nosotros en Taizé vemos que a través de la oración común y de los encuentros personales se profundiza en una estima mutua y que este intercambio se realiza naturalmente.

Algunos aspectos del Misterio de la fe han sido puestos en valor por tal o cual tradición cristiana.

Los cristianos de la Reforma han subrayado fuertemente estas realidades del Evangelio : Dios ofrece su amor gratuitamente; por su Palabra viene al encuentro de todo aquel que la escucha y la pone en práctica; la simple confianza de la fe conduce a la libertad de los hijos de Dios; cantar juntos interioriza la Palabra de Dios. ¿No son estos valores esenciales a todos los cristianos?

La Iglesia católica ha mantenido visible, a través de la historia, la universalidad de la comunión en Cristo. Sin cesar, ha buscado un equilibrio entre la Iglesia local y la Iglesia universal. La una no puede existir sin la otra. Un ministerio de comunión a todos los niveles ha ayudado a mantener una unanimidad de la fe. ¿Podrán todos los bautizados ir más lejos en una comprensión progresiva de este ministerio?

Más allá de las confesiones, es urgente que se profundice en un intercambio de dones entre los continentes. Los cristianos de Europa, por ejemplo, tienen mucho que recibir de las Iglesias de otros continentes. A cambio de todo lo que estas Iglesias han recibido de Europa, ellas podrían transmitirle hoy un frescor de Evangelio.

Los testimonios de los mártires de Cristo nos llevan hacia una sola y única comunión. Alimentan nuestra esperanza y nuestra determinación a buscar la unidad visible entre todos los cristianos.