VIDA DE ORACIÓN

miércoles, febrero 27, 2008

Ciclo A - 2008 - Tiempo de Cuaresma 3 domingo
Eduardo Abad, Escolapio
CATEQUESIS

1. Lectura Éxodo 17, 3-7
2. Lectura Romanos 5, 1-2.5-8
3. Lectura Juan 4, 5-42

“MISIONERO DE TU BARRIO”, EN LA CUARESMA.

Haz unas cinco copias de esta CATEQUESIS.
Ofrécelas a MAYORES IMPEDIDOS y VECINOS.
PODÉS LEERLA Y hasta EXPLICARLA algo para AYUDARLOS.
“DIOS TE BENDIGA A TI Y A TU CASA.”

Nos encontramos ya en mitad de este tiempo de Cuaresma, en su tercer domingo, de los cinco de que consta. En los dos primeros domingos se nos ha enseñado y explicado el PRINCIPIO y el FIN de la Vida cristiana. La SALIDA y la META. En el primer domingo se nos dijo que la vida humana es LUCHA y TRABAJO duro para lograr el EQUILIBRIO de nuestras aptitudes naturales, que son los instintos, tendencias y pasiones, que no son malas en sí, sino que son ciegas y somos nosotros quienes debemos guiarlas conducirlas y gobernarlas. Y se nos dieron para este trabajo los medios de: limosna, oración y ayuno en su dimensión y significado trascendente y no infantil, para vencer como Jesucristo, las tres grandes tentaciones o deseos violentos, que son:

1.- La AVARICIA y EGOISMO –todo para mi solo- que se equilibra con la LIMOSNA, compartiendo LO QUE TENGO y LO QUE SOY, que es la mejor limosna.
2.- La SOBERBIA y ORGULLO, que se modera y se vence con la ORACIÓN, al reconocer, cuando rezo, que el Señor y Dios es único y que "nunca es el hombre más grande que cuando está de rodillas.
3.- LA LUJURIA o IMPUREZA, la Ebriedad o Alcoholismo y la Glotonería, que se curan con el AYUNO y ABSTINENCIA, es decir, me abstengo de todo aquello que me esclaviza y no me deja ser Dueño y Señor de mí mismo.

Naturalmente que este trabajo cristiano, si se toma en serio y con responsabilidad, asusta y le hace a uno temer por ser duro y a veces muy difícil para practicarlo toda la Cuaresma. Por eso, la Iglesia para darnos ánimos e impulsos, nos presentó inmediatamente en el 2. Domingo de Cuaresma, el FIN o META de la Vida cristiana por anticipado, haciéndonos contemplar a Jesucristo, transfigurado en el Monte Tabor, con Pedro, Santiago y Juan, como testigos de excepción de lo maravilloso, de la GLORIA y GOZO inmensos, que nos hacen hasta olvidarnos de nosotros mismos y de las cosas de este mundo.

Los apóstoles al hacer esta experiencia de la Vida Gloriosa, quisieron quedarse allí para siempre, pero les faltaba aun mucho camino que recorrer en su vida cristiana, como seguidores de Jesucristo y tuvieron que bajar de nuevo del monte Tabor, al trabajo y tarea de la llanura de esta vida terrena.

Hemos visto, pues el Principio, la SALIDA: tentaciones y lucha para lograr ser lo que verdaderamente soy. Y el Final, la META a la que nos dirigimos: la GLORIA.

Ahora, en estos tres domingos que nos restan, se nos presentan estas tres ideas fundamentales, resumidas en tres palabras: AGUA: encuentro de Jesús con la Samaritana. LUZ: encuentro con el ciego de nacimiento. VIDA: Jesús resucita a su amigo Lázaro.

Hoy contemplamos en este 3. Domingo, la primera etapa con el encuentro de Jesús y la Samaritana. El signo de la catequesis estará en el AGUA natural, que solo quita la sed por un momento. Hay que lanzarse por la Fe a lo Transcendente. Pero para ello hay que arreglar lo de acá, hay que CONVERTIRSE, cambiar la visión sobre las cosas, tener otra óptica sobre la vida.

Nos ayudará este tercer domingo a entender algo más la naturaleza de la Gloria, de la Nueva Vida o Resurrección, que Jesucristo nos ha merecido y ganado con su Encarnación: su pasión, muerte y Resurrección y a la que nos encaminamos ¿Cómo es esa Nueva Vida o Resurrección gloriosa, cuál es su naturaleza, cómo se vive? El punto está puesto en la Transcendencia.

En el cuarto domingo se nos enseñará que hay que recorrer el Camino de la FE, como el ciego de nacimiento, que a nosotros nos representa. Nos llenaremos de esperanza y alegría y valentía en dar nuestro testimonio desde el principio del camino de la FE.

Y en el quinto domingo se fortalecerá nuestra FE en ese final de la vida humana, que es la muerte, relatándonos la resurrección o reanimación, mejor, de Lázaro, amigo, hecha por Jesús.

Entraremos así en la gran Semana y Santa y celebraremos con devoción este Gran Misterio: con agradecimiento, el jueves santo; con dolor y esperanza: el viernes santo; con gozo y alegría, el Domingo de Pascua, con la Resurrección de Jesucristo, que nos anuncia nuestra propia resurrección.

Veamos, pues, en lo que debemos trabajar y renovar las ideas que tenemos de nuestra vida cristiana en esta tercera semana. ¿Qué es propiamente la Nueva Vida de Resucitados, que Jesús nos ha ganado con su muerte y su propia Resurrección? ¿en qué consiste y cuál es su naturaleza? ¿en qué terreno se desenvuelve la verdadera vida cristiana? porque hay vidas cristianas que son una mala imitación, son falsas.

Y en este domingo tercero nos lo van a explicar con símbolos, imágenes y situaciones para que no nos quedemos en la materialidad de los relatos, como niños pequeños de la catequesis, sino que vayamos más allá de la materialidad del relato, de lo que se ve y se narra, más allá del agua material de la Samaritana, más allá de la comida que le traían a Jesús, los apóstoles, más allá del culto que se celebraba en Jerusalén, del que habla la Samaritana, más allá e la cosecha que ya amarilleaba en los campos y acercarse los samaritanos en masa para ver a Jesús.

La justicia, la honradez, la templanza, la humildad, la solidaridad son campo común para todo hombre o mujer que se precie de ser persona humana. No es exclusivo del cristiano, porque el no cristiano, el pagano lucha también por estos valores. Este debe ser el clima, el pensamiento, la idea en que nos debemos mover y las actitudes que debemos despertar en nosotros. Hay que tener un corazón sin fronteras.

Pero hoy a los cristianos de verdad, a los que hemos abierto las puertas de nuestra vida a la confianza en el Dios de Jesucristo, se nos impulsa a sobrepasar los límites y fronteras naturales y este mundo material en el que vivimos y somos, para entrar en lo específicamente cristiano. Se trata de una obra de artesanía. Debemos tomar pues, una cierta distancia de la materialidad del relato de la Samaritana para no quedarnos presos de la simple narración poética, polémica y sugerente de la narración.

Observemos en primer lugar las contraposiciones y antítesis del relato para hacernos pensar y lanzarnos a la vez: de lo material, natural y terreno, a lo de más allá, a la Nueva Vida que Dios nos ofrece y ha puesto en lo en lo íntimo de nuestro ser, a ese tesoro escondido, que hay en nosotros, en nuestro corazón y que aun no hemos descubierto.

Vemos a Jesús fatigado y hambriento, que pide pan a sus discípulos y ellos fueron al pueblo a comprarlo. Pero al traérselo, les invita a SOBREPASAR LAS APARIENCIAS DEL HAMBRE y del PAN MATERIAL: "Maestro come", le decían, pero él les respondió: "Tengo un alimento que vosotros no conocéis". Los discípulos estaban anclados en este mundo presente y material. No concebían, ni pensaban en otro alimento que no fuera el pan material, que quita el hambre y que ellos tenían en sus propias manos, por eso: "comentaban entre ellos: ¿le habrá traído alguien de comer? Jesús les dice entonces: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió a llevar a término su obra". La vida de Jesús está más allá que el hambre y el pan material. Nuestra vida también tiene que tender hacia esa otra realidad transcendente, que nos lleva más allá de la realidad de este mundo material. Ni por el hambre debemos dejarnos apresar y renunciar a ese más allá, a pesar de lo difícil que resulta hacer todo esto, realizar este cambio en nuestros pensamientos...

Vemos otro fragmento del relato de la Samaritana, que nos impulsa también hacia delante, hacia lo TRANSCENDENTE, que está más allá de lo aparente. A la Samaritana le pide agua para beber: "Dame de beber", pero a la vez la invita a sobrepasar el gesto humano y generoso de dar a beber esta agua material del pozo: ¡Ah! Si conocieras lo que Dios te quiere dar y quién es el que te pide de beber, tú misma se lo pedirías a él y él te daría Agua Viva". Ella no puede entender este leguaje, como nosotros tampoco, porque estaba y estamos anclados, agarrados y presos de lo material y de la técnica de este mundo: "Señor si no tienes cubo y el pozo es hondo ¿de dónde puedes sacar esa Agua Viva? Jesús continúa: "El que bebe de esta agua vuelve a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed, porque el agua que yo le daré se hará en él manantial de Agua Viva, que brotará para la vida eterna" Pero ella no acaba de entender entre el agua, que quita la sed del cuerpo... y lo transcendente: Agua Viva, que quita la sed del alma. Ante esta invitación que hoy se nos hace a sobrepasar la materialidad de las cosas, la apariencia de esta vida para ir más allá, hacia lo transcendente, la mujer, que no acababa de entender este lenguaje, insiste en las ventajas materiales que tendría para ella, si Jesús le da esa agua viva, pues ya no necesitaría hacer todos los días el medio kilómetro para venir al pozo a buscar agua. Le dijo entonces la Samaritana: "Señor, dame de esa agua viva para que no sufra más sed". Y el diálogo profundo sobre el Agua Viva, comenzó.

Una observación muy importante es que para ir más allá de las cosas, a lo transcendente, hay que partir de lo que está más acá, de las mismas cosas de la vida. No está bien hacer "angelismo", andar por las nubes, sino que para entender la naturaleza de la Nueva Vida hay que tener los pies en el suelo. Así vemos cómo Jesús no hablará de Agua Viva, sino a una persona dispuesta a darle agua natural del pozo para apagar su sed.

Y no hablará de otro alimento eterno, sino a los apóstoles, a quienes ha enviado a buscar el pan material que calma el hambre y la fatiga.

En otras palabras: la personalidad de Jesús no la captan más que los hombres o mujeres que buscan pan y agua para sus hermanos hambrientos o sedientos. Es inútil discutir del Misterio de Jesús con gentes que no se han comprometido en lo profano y temporal. Nada, pues, de misticismos trasnochados, de piedades o angelismos falsos. Jesús no está por encima y al margen de estas tareas temporales y profanas, como dar de beber, dar de comer, sino que está dentro y... más allá.

¿Estás tú dispuesto a responder con sinceridad y CONVERTIRTE como la Samaritana para adentrarte como ella en tu interior y ver el desorden de tu vida? Es muy comprometido, pero es muy liberador. Para beber de esta agua pura y viva hay que tener un corazón dispuesto a todo, a la CONVERSIÓN, a cambiar muchas cosas que están incrustadas en nuestra vida y ya las vemos normales, como tragarnos toda esa televisión basura; lo vemos ya normal. Ella echó de su corazón a los cinco maridos que había tenido, que no fueron tales y apartó de su vida al hombre, que convivía con ella, siendo tan solo compañero sentimental, que está ahora de moda, porque había encontrado un hombre excepcional, que le había llenado de luz, de pureza y de valor, su vida, y su existencia.

Tú ¿qué echarás de tu corazón? Claro, primero hay que aceptar esta invitación comprometida, de ir más allá de las cosas, de las apariencias, de nuestros intereses sórdidos, vamos, de nuestros pecados o vida desarreglada en pocas o muchas cosas, graves o no tan graves. Esta agua, que hace referencia al agua viva del sacramento del bautismo, revela a cada hombre lo que es en sí mismo y cómo se encuentra. Le descubre el misterio y tragedia de su personalidad. No nos basta con ser justos, generosos, honrados, humildes y templados, que a esto tienden todos los hombres del mundo, sean de la raza que sean. Hay que ser CRISTIANOS.

Que en esta semana y en esta Eucaristía y en toda la vida, nos comprometamos con lo profano: dar pan al hambriento, dar agua al sediento, que es a la vez el lenguaje real y a la vez simbólico, para que así nos podamos encontrar sin miedos, ni recelos con Jesús, como la Samaritana: dentro de nosotros... y más allá. A lo mejor se queda dos días contigo, como se quedó dos días con los samaritanos y eso que no le conocían. ¿Tú le conoces?...

Amén AMÉN

Edu, escolapio