VIDA DE ORACIÓN

miércoles, febrero 27, 2008

VIA CRUCIS

Hola les envío el ‘Via crucis’ que en el Colegio Calasanz de León el viernes de dolores lo rezamos llevando la Cruz con los alumnos. Es muy bonito tal vez lo vean largo pero vale la pena la reflexión de cada estación.

Pueden utilizarlo en retiro.

Enriqueta López Müller

AL EMPEZAR EL VIA CRUCIS

Guía:
Por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios Nuestro.
En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
AMEN.

Guía:
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, me pesa de todo corazón haber pecado, porque he merecido el infierno y he perdido el Cielo; y sobre todo, porque te ofendí a Ti, que eres tan bueno y que tanto me amas, y a quien yo quiero amar sobre todos las cosas.

Propongo firmemente, con tu gracia, enmendarme y evitar las ocasiones próximas de pecado, confesarme y cumplir la penitencia.

Confío me perdonarás por tu infinita misericordia.

AMEN.

Guía:
Hermanos:

Estamos aquí reunidos para recordar los grandes sufrimientos que Cristo soportó para salvarnos. Un día Cristo dijo: «No existe amor más grande que dar la vida por los amigos» (Jn 15,13). Sufriendo y muriendo en la Cruz, Jesús nos dio la prueba más grande de su amor.

Recorriendo estas estaciones del VIA CRUCIS, iremos meditando sobre nuestros pecados, que fueron la causa de la muerte de Cristo, y al mismo tiempo nos preguntaremos:

- ¿Qué hacemos para que la Sangre de Cristo no sea desperdiciada?
- ¿Cuánta gente hay todavía que no conoce a Cristo y no lo ama?
- ¿Qué puedo hacer yo para que se acerquen más a Jesús, que sufrió tanto para salvarnos?

1. Primera estación:
JESUS ES CONDENADO A MUERTE

V.- Te adoramos Cristo y te bendecimos.
R.- Que por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador

Primera cruz: aceptar la condena

Escucha a Jesús que te dice:
A mí me juzgaron y condenaron. Me condenaron los jefes del estado y de la Iglesia junto a la gente que había escuchado mi mensaje; mis amigos –los apóstoles- se dispersaron. Hasta hace poco me agradecían, se entusiasmaban con los milagros, deseaban tocarme y me prometían la lealtad de la amistad.

Ahora se apartan de mí y le exigen a Pilato que me crucifique. Pilato, extranjero en mi tierra, me quiere salvar, pero mis compatriotas lo fuerzan para que me condene.

La gente a tu alrededor, incluso tus mejores amigos te enjuician y condenan. Esto no significa que seas siempre realmente culpable. Debes saber que nunca puedes confiar plenamente en las personas. Solamente en Dios está la certeza y el sostén inquebrantable. Esta cruz te libera de las personas en las cales te apoyas y te insta a que te apoyes en mí. Cuando las personas te enjuician debes venir a mi lado, porque también a mí me enjuiciaron y condenaron. No te resistas cuando te enjuicien. La condena o puede destruirte. No te deja solo, sino que te conduce hacia mí y te lleva a la gloria.

Esto es una cruz para ti y para mi. ¡No temas

La condena es tu puerta hacia mí. En la condena injusta me encontrarás a mí y entonces ya nadie más podrá condenarte.

Padre nuestro que estás en el cielo....
Dios te salve María, llena eres de gracia...
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo...

Por tus sangrientos pasos,
Señor seguirte quiero
Y si contigo muero, dichoso moriré.

Piedad, Señor te pido.
Pequé mi Dios, pequé.

2. Segunda Estación:
JESUS CARGA CON LA CRUZ

V.- Te adoramos Cristo y te bendecimos
R.- Que por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador

Segunda cruz: Aceptar lo cotidiano

Podría haberme defendido o haber exigido que me defiendan. Podría haber dicho: Soy inocente, ¿por qué tendría que padecer? Sin embargo acepté la cruz sin protestas.

La cruz es cada segundo de la vida. La puedes aceptar o rechazar Puedes huir de ella o ir a su encuentro. Yo la acepté. Ahora sabes dónde puedes encontrarme. Tú fuerza no está en la huida. ¡Cada segundo exige la decisión de dejar lo tuyo para seguirme.

Esta es la segunda cruz. Pocos la reconocen. Las personas buscan cruces extraordinarias, pero la cruz está aquí –en la aceptación de lo cotidiano. Por la cruz que aceptas, recibes grandes gracias y tu fe crece como un arroyo en crecida.

Padre nuestro que estás en el cielo...
Dios te salve María, llena eres de gracia...
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo...

Por tus sangrientos pasos,
Señor seguirte quiero.
Y si contigo muero, dichoso moriré.

Piedad, Señor te pido.
Pequé mi Dios, pequé.

3. Tercera estación:
JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ BAJO LA CRUZ

V.- Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos
R.- Que por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador

Tercera cruz: Tener valor en la caída

Es difícil caer. Todos desean quedar en pie y ganar. Yo soy Dios, y no obstante soy débil y caigo bajo la cruz. Todos miraban los milagros que realicé y los admiraban, pero ahora me ven caer, me ven con desprecio y derrotado.

Ten valor de caer y no escondas tu caída sino reconócela. ¡En la tierra no puedes ser diferente. Aquí estás para morir, porque «quien pierda su vida, la encontrará»

¿Por qué temes a tus caídas?
¿Por qué temes mirar a las personas a los ojos cuando estás derrotado, cuando los demás son más sensatos que tú?
¿Por qué tienes miedo cuando te abaten los pecados?.

Luchas para parecer bueno a pesar de todo. Mira cuando caes, vienes a mí. ¡No temas. La caída no es el fin.

¿Por qué ves tan trágicamente las caídas?
¿De qué te avergüenzas?.

La caída te acerca mí para que te pueda levantar.

Cuando comprendes que yo también caí, vas a ver en tu caída mi rostro y untos vamos a ser vencedores de las caídas y pecados. Lo importante es que no te quedes sólo en la caída, sino que vengas a mí.

Padre nuestro que estás en el cielo...
Dios te salve María, llena eres de gracia...
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo...

Por tus sangrientos pasos, Señor seguirte quiero
y si contigo muero, dichoso moriré.

Piedad, Señor te pido.
Pequé mi Dios, pequé.

4. Cuarta estación:
JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE

V.- Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos
R.- Que por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador

Cuarta cruz: Entristecer a aquellos que amas.

Es imposible no entristecer a los que amas. Podrías evitar el encuentro con tu mamá.

¿Puedes pensar qué significa ver a la persona amada a la cual decepcionaste?.

Todas las personas me despreciaron y rechazaron como a un hereje o rufián.

Mi madre sabía todo esto. Vio mi angustia y el dolor de mi alma y me miró profundamente a los ojos. Esto es la cruz –mirar a los ojos al ser más querido cuando todos se burlan de ti.

Es imposible no decepcionar a las personas que te quieren. No puedes protegerlas de esto. No rechaces esta cruz. Cuando reconozcas que entristeciste a tus amigos y a aquellos que te quieren, entonces me encontrarás a mí.

Te duele cuando ves cómo tu caída les produce dolor. Ante mi caída, mi madre comprendió, quién soy. Cuando en ella murió el último deseo de que yo fuera exitoso, su fe brilló con completo resplandor.

Entonces, cuando todo lo bueno en ti haya muerto, encontrarás un amigo, pues te veré sólo a ti. Recibe los escándalos inevitables. Acepta el hecho de que puedes decepcionar. En esto me encontrarás a mí y a m madre.

Padre nuestro que estás en el cielo....
Dios te salve María, llena eres de gracia...
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo...

Por tus sangrientos pasos,
Señor, seguirte quiero
y si contigo muero,
dichoso moriré.

Piedad, Señor te pido.
Pequé mi Dios, pequé.

5.- Quinta estación:
SIMON CIRENEO AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ

V.- Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos
R.- Que por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador

Quinta cruz: Permite que los demás te ayuden.

Todos me pasaron por alto. Me abandonaron aquellos a los que sané y también mis amigos más cercanos. Cuando estuve sangrante, herido y conmovido por mi encuentro con mi madre, esperando atención, obligaron a un hombre a que me ayudara. Esperaba una ayuda compasiva y amorosa, sin embargo obligaron a Simón a que llevara mi cruz.

Esto es la cruz –cuando no tienes a nadie que se apiade de ti ni que te quiera. Cuando aceptas esto, me encuentras. Entonces no estás más solo.

Además: ten valor de permitir a otros que te ayuden. También yo lo he permitido a pesar de ser todopoderoso. Permite la posibilidad de que otros sean más fuertes para que te defiendan, de que los necesitas y de que aceptas su ayuda.

Esta es la cruz de la que no puedes escapar. Comprende, esta es la puerta hacia mí. No te sorprendas si esta cruz se te resiste «Pues los deseos de la carne están contra el Espíritu y los deseos del Espíritu están contra la carne» (Gál. 5,17).

No olvides, toma tu cruz y sígueme. Nos encontraremos.

Padre nuestro que estás en el cielo...
Dios te salve María, llena eres de gracia...
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo...

Por tus sangrientos pasos,
Señor, seguirte quiero
y si contigo muero, dichoso moriré.

Piedad, Señor te pido.
Pequé mi Dios, pequé.

6.- Sexta estación:
VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚS

V.- Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos.
R.- Que por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador

Sexta cruz: Recibir sin retribuir.

Me quitaron todo y todos me abandonaron. En el camino a la muerte me quedé sólo y sin nada. Entonces llega Verónica y me ofrece un sudario. ¿Sabes cómo me sentí?. Estaba emocionado y agradecido pero no tuve con qué retribuir. Tenía solamente mi dolor y mi sufrimiento. Esto le di: mi rostro sangriento impreso en el sudario.

Permitir que las personas te hagan un favor, sin que por esto puedas devolvérselo, esto es la cruz. Ten valor y haz lo que yo hice. Permite a las personas ser serviciales a pesar de que no tengas con que corresponderles. Permite quedarles debiendo. No pedes pagar de otra manera que dándote a ti mismo como pago. Aprende a aceptar los regalos sin retribución, sin comerciar. Esto es la puerta hacia mí. Acepta la sensación desagradable de no tener con qué retribuir. Con esto te acercas a mí.

Mi Padre da sin pretender pago. El es como un manantial que, sin paga da agua clara y pura sin que se agote. Cuando eres así eres hijo de mi Padre. ¿Qué es tu sexta cruz? Esto: que a Dios no puedes retribuirle su amor de otra manera que siendo como hijo que goza de la bondad de su Padre y Madre.

Padre nuestro que estás en el cielo...
Dios te salve María, llena eres de gracia...
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo...

Por tus sangrientos pasos,
Señor, seguirte quiero
y si contigo muero, dichoso moriré.

Piedad, Señor te pido.
Pequé mi Dios, pequé.

7.- Séptima estación:
JESÚS CAE BAJO LA CRUZ POR SEGUNDA VEZ

V.- Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos.
R.- Que por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador

Séptima cruz: Caer nuevamente.

Una vez ya caí. Todos esperaban que esta vez resistiera. Sin embargo, ahora caí nuevamente. Sabía que esto entristecería a mi madre, produciría la burla de mis enemigos, sorprendería y decepcionaría desagradablemente a mis amigos. Todos se escandalizaron por mi debilidad. Se preguntaban: ¿Es este verdaderamente Dios? Acepté esta cruz. Mi Padre quiso mostrar que El es en mí más fuerte que cualquier escándalo.

Cuando caes por primera vez tienes todavía la excusa, pero, cuando eres derrotado por segunda vez, cualquiera puede decirte que eres débil. Quieres resistirte a la cruz, excusarte y justificarte. Pero esto te aparta de mí porque no das testimonio de mí sino de ti y de tu fuerza. Debes saber que siempre caerás, pero yo te levantaré. Entonces dirán: mira, alguien lo levantó.

Tu séptima cruz consiste en reconocer que caes. No temas a la caída sino vuélvete a mí. Si reconoces bien esta cruz me encontrarás en ella. Esto es derrota corporal pero el triunfo del espíritu.

Padre nuestro que estás en el cielo...
Dios te salve María, llena eres de gracia...
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo...

Por tus sangrientos pasos,
Señor seguirte quiero
y si contigo muero,
dichoso moriré.

Piedad, Señor te pido.
Pequé mi Dios, pequé.

8.- Octava estación:
JESÚS CONSUELA A LAS HIJAS DE JERUSALEN

V.- Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos.
R.- Que por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador

Octava cruz: Consolar a aquellos que te consuelan.

Las mujeres me escucharon, se encariñaron conmigo y confiaron en mí. Bendije a sus hijos. Me miraban con el corazón y no pudieron entender que yo estuviera condenado. Lloraron. Sintieron que, con esto, fue condenada la vida. La tristeza se apoderó de ellas y entonces las consolé.

La cruz significa aceptar el sufrimiento, asumirlo y ver en él la liberación. Ningún dolor es trágico. La tragedia es la ceguera y la dureza del corazón, es la incapacidad de ver en la muerte también la resurrección, en la enfermedad la curación, en la partida la llegada. La tragedia es la compasión de sí mismo.

Vences cuando comienzas a consolar a los demás a pesar de que tú mismo necesitas ser consolado. Entonces llega todo el consuelo pata ti desde Dios. Ten valor para no apoyarte en el consuelo humano sino para buscar la fuerza divina. Esto vence al mundo. Si bien es el camino de la cruz, es sin embargo el camino a la vida. No te permitas la caída por compasión a ti mismo. Cuando estés herido y consueles en el dolor a los demás, entonces me encontrarás a mí. Abre también esta puerta, pues detrás de ella te estoy esperando yo para que te apoyes en mí.

Padre nuestro que estás en el cielo...
Dios te salve María, llena eres de gracia...
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo...

Por tus sangrientos pasos,
Señor, seguirte quiero
y si contigo muero,
dichoso moriré.

Piedad, Señor te pido.
Pequé mi Dios, pequé.

9.- Novena estación:
JESÚS CAE POR TERCERA VEZ BAJO LA CRUZ

V.- Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos
R.- Que por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador

Novena cruz: La derrota absoluta

Caí también por tercera vez. Todos pensaron que sería esta mi derrota final. Cuando ya estaban convencidos de que no podría seguir, me levanté, tomé la cruz y la llevé hacia el Gólgota. También lo imposible puede resultar posible.

Llegará el momento en que todos dirán que ya no eres capaz, que ya es tu fin. Incluso tú mismo pensarás que no puedes más. Vendrá el tiempo de tu impotencia absoluta. El reconocer que no puedes más será el momento de tu absoluta derrota. ¿Te desesperarás entonces? No temas. También esto es la puerta para encontrarme nuevamente. Me encuentras cuando no puedes contar más contigo. Entonces me llamarás con todo tu corazón y yo te responderé.

Esta cruz consiste en el hecho de perder todo, de estar absolutamente abandonado, en morir, en el hecho de que nadie más te considera o toma en cuenta porque perdió la última esperanza de que todavía resulte algo de ti. Esta cruz te conduce con más fuerza hacia mí y te capacita para que pueda mandarte donde sea. ¿Aceptarás esta cruz? No temas porque yo estoy contigo. Yo, que vencí al mundo.

Padre nuestro que estás en el cielo...
Dios te salve María, llena eres de gracia...
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo...

Por tus sangrientos pasos,
Señor seguirte quiero
y si contigo muero,
dichoso moriré.

Piedad, Señor te pido.
Pequé mi Dios, pequé.

10.- Décima estación:
JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS

V.- Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos.
R.- Que por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador.

Décima cruz: Permitir que te dejen al descubierto.

Permití el estar desnudo, el que me quitaran también lo más íntimo. Permití que en mí se desarrollara hasta el final la maldad del infierno. Permití que deshonraran mi pudor y la intimidad de mi cuerpo.

Siempre deseas mantener para ti al menos una partecita de tu intimidad donde puedes estar solo, aquello que no deseas que nadie alcance, algo que es todo tuyo, algo de lo que incluso, te avergüenzas de tener, algo que los demás no pueden ver, ya que te deshonraría. Deseas cuidar y esconder esto. Piensas que tienes derecho a ellos. Justamente aquí tienes miedo al pecado. De todas formas deseas resguardar tu intimidad. Por ella luchas, pero llega el momento en que ya no puedes conservarla.

También por esta cruz debes pasar. Son circunstancias en las cuales debes renunciar a todo, de tal manera que ya no tengas nada tuyo. Todos te quitan. Ofrece todo a Dios. La única intimidad inalcanzable seremos mi Padre y yo. La cruz no es solamente el desnudamiento del cuerpo. Más doloroso es aún cuando te desnudan el alma. Ya los pecados te desnudaron hace tiempo.

Toma esta cruz y ya nadie podrá desnudarte. Permite al Padre que te dé vestimenta nueva. Entrégale tu intimidad y te cubrirá con la absoluta inocencia. Es en vano que te esfuerces para poder mantener solo la inocencia. Reconoce hoy que eres débil en este terreno.

Esto es la décima cruz –la de la vergüenza, la cruz del deseo de permanecer inocente, la cruz del miedo a que alguien sepa de tus caídas. Toma esta cruz y me encontrarás pronto. Aquí te espero. No tendrás más miedo. Solo acepta que eres débil, que no eres distinto de lo que eres: un hombre con intimidad deshonrada. Aquí nos encontraremos y nadie podrá deshonrarte.

Padre nuestro que estás en el cielo...
Dios te salve María, llena eres de gracia...
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo...

Por tus sangrientos pasos,
Señor, seguirte quiero
y si contigo muero,
dichoso moriré.

Piedad, Señor te pido.
Pequé mi Dios, pequé.

11.- Décimo primera estación:
JESÚS ES CRUCIFICADO

V.- Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos.
R.- Que por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador.

Décimo primera cruz: Ser clavado en la propia cruz.

Mientras lleves la cruz tienes aún la oportunidad de dejarla. Pero cuando te clavan en ella ya no puedes separarte más. Ahora sabes: la cruz es tu destino hacia la muerte. Esto es difícil. Hubieras querido liberarte de las cruces pero estás clavado en ellas. Esto es el lugar donde se muere. Las personas te clavarán en ellas. ¿Temerás o confiarás en mí? Hay algunas cruces que hay que cargar hasta el final. En vano te esfuerzas para liberarte de ellas. De ti depende abandonar esta lucha inútil y venir hacia mí. Entonces morirás y comenzarás a vivir. ¡No temas. Solamente esto deseo: que no te engañes a ti mismo y que no esperes otra cosa. Las cruces permanecen hasta el final y cuanto antes mueras, tanto antes resucitarás. Cuanto antes dejes de resistirte, tanto antes me encontrarás. Recuerda esta cruz. Este es nuestro décimoprimer encuentro. Yo me alegro de él.

Padre nuestro que estás en el cielo...
Dios te salve María, llena eres de gracia...
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo...

Por tus sangrientos pasos,
Señor, seguirte quiero
y si contigo muero,
dichoso moriré.

Piedad, Señor te pido.
Pequé mi Dios, pequé.

12.- Décimo segunda estación:
JESÚS MUERE EN LA CRUZ

V.- Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos.
R.- Que por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador.

Decimosegunda cruz: Morir en la cruz

La muerte. Parto de este mundo, pero para vivir, no para desaparecer. Mi muerte es el cumplimiento de la voluntad de mi Padre; por eso dije: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». Cumplí con el plan de mi Padre.

Tú piensas que la muerte es el fin y por eso temes. Te resistes y es por eso penoso hasta tanto aceptas esta cruz. Pero cuando aceptas la muerte, la vences y me encuentras. Mientras te resistas a la muerte y me pidas que te salve, estoy lejos. Comprende que en la muerte me encontrarás. La muerte más bien destruye todo lo pecaminoso y mortal que había en ti, pero yo destruyo la muerte. La muerte te libera de las cruces, ero yo te libero de la muerte. Mira hoy la muerte a los ojos, toma esta cruz como regalo del Padre. Mientras te opongas a la muerte no me encontrarás. La decimosegunda cruz es como una fiesta, punto culminante, consumación de todo. Esto es, en realidad, el comienzo de la vida.

Padre nuestro que estás en el cielo...
Dios te salve María, llena eres de gracia...
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo...

Por tus sangrientos pasos,
Señor, seguirte quiero
y si contigo muero,
dichoso moriré.

Piedad, Señor te pido.
Pequé mi Dios, pequé.

13.- Décimo tercera estación:
JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ

V.- Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos.
R.- Que por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador.

Decimotercera cruz: No gozar de los frutos del trabajo propio

Recién cuando he muerto vinieron los amigos.

Tú eres semilla para el futuro; sin embargo quisieras ver al instante loa frutos de tus manos. Mis discípulos a menudo mueren en la desesperanza y la vergüenza, mas otros recogen los frutos sobre sus tumbas. Otros recogen la alegría y a vida. A ti te elegí para que siembres en un mundo nuevo.

Esto es tu cruz. Te doy esperanza ya que difícilmente verás tu logro en la vida. Recién después de la muerte te elogiarán. Recién entonces te bajarán de la cruz. Tu eternidad será sin la cruz porque has tenido el valor de permanecer en ella durante esta vida. Trabajar y no gozar de los frutos, en eso consiste la decimotercera cruz. Sembrar, para que otros puedan cosechar, exige valor. Mas yo vengo a tu encuentro.

Padre nuestro que estás en el cielo...
Dios te salve María, llena eres de gracia...
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo...

Por tus sangrientos pasos,
Señor, seguirte quiero
y si contigo muero,
dichoso moriré.

Piedad, Señor te pido.
Pequé mi Dios, pequé.

14.- Décimo cuarta estación:
JESÚS ES PUESTO EN EL SEPULCRO.

V.- Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos.
R.- Que por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador.

Decimocuarta cruz: Quedarse sin la esperanza humana.

Mis amigos pensaron que me habían demostrado el mayor honor colocando mi cuerpo en el sepulcro. Se ocuparon del cuerpo. Esto fue todo lo que pudieron hacer. Olvidaron que esto sería solamente por tres días. A mí la muerte no me supera. Recuerda que el pensar en la muerte te inquieta. Cuando te cubren con tierra no estás más. ¿Qué más puedes hacer entonces, cuando tras de ti no queda ningún rastro? Cuando sabes que nadie vendrá a tu tumba, cuando mueres siendo desconocido y pobre, cuando detrás de ti ya no queda nada, entonces me debes encontrar.

Esto es la cruz. Perder también el último deseo de significar algo y de dejar algo. Esto es justamente aquello que perturba: el no ser luz. Aquí me puedes encontrar. ¿Pero, cómo, si temes yacer en la tumba del egoísmo y ser sepultado?. ¿Cómo nos encontraríamos si vienes a mí sin haber derribado los puentes detrás de ti? Sin embargo, es justamente esta la condición para que yo pueda transformar tu vida.

Esta es la decimocuarta cruz sobre la que se sostiene la resurrección. ¡Cuánto me alegra la tumba de tu soberbia. Tú todavía no quieres ir a la tumba, todavía te opones a la muerte, por eso estás muerto. Si quisieras yacer en la tumba de tu soberbia y morir a ti mismo, entonces resucitarías a la vida nueva.

Solamente el hombre muerto puede resucitar de entre los muertos. ¡La muerte aún no te quitó tu última resistencia. ¡No temas. Me refiero al puente entre tú y yo. La muerte del pecado es la alegría y tu abrazo conmigo. Esta es la más majestuosa explosión de amor. Yo recorrí este camino y te estoy esperando. ¿Acaso no comprendes que no me fui de la tierra? Antes era invitado en la tierra, recién ahora soy dueño. También tú serás esto.

Entrega a la muerte lo que de todas maneras le pertenece. No mires más la tumba como si fuera la desesperanza y el fin sino como el nacimiento y el comienzo. ¡Qué muera tu soberbia. Ya se vislumbra el amanecer de la resurrección.

Padre nuestro que estás en el cielo...
Dios te salve María, llena eres de gracia...
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo...

Por tus sangrientos pasos,
Señor, seguirte quiero
y si contigo muero,
dichoso moriré.

Piedad, Señor te pido.
Pequé mi Dios, pequé.

15.- Décimo quinta estación:
JESÚS RESUCITÓ

V.- Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos.
R.- Que por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador.

Jesús resucita a los que en el mundo han sido reprimidos.

JESÚS HA RESUCITADO y su resurrección ha traído vida a los que estábamos muertos, a causa del pecado y a causa de los pecados de los demás. En Jesús, en su muerte y en su resurrección nos ha enseñado a vivir una vida digna de todo ser humano, entregado por la causa de los otros, Él muere para que otros tengan vida. Que su VIDA nos bañe a todos y vivamos resucitados al AMOR.

SILENCIO meditativo.

ORACIÓN:
Jesús, GRACIAS por tu RESURRECCIÓN. Ahora ya sé que puedo vivir una vida llena de tu VIDA. No habrá ya muertes a mi alrededor porque me has ganado la capacidad de amar, de entregarme por la causa de los otros. Ya no habrá necesidad de más llanto porque tú has borrado el dolor del mundo. AMÉN.

Padre nuestro que estás en el cielo...
Dios te salve María, llena eres de gracia...
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo...

Por tus sangrientos pasos,
Señor, seguirte quiero
y si contigo muero,
dichoso moriré.

Piedad, Señor te pido.
Pequé mi Dios, pequé.